En el texto de hoy, un invitado externo viene a contarnos la experiencia de vivir en el pueblo:
En medio de un día de mucho viento y sol, caminando por las dunas, la impresión es que el mundo está hecho de arena, mi primera llegada a Jeri fue una de esas tardes. En un camión adaptado, en Redenção aterricé en la que sería mi casa ese año, nunca había visto tanta arena, en defensa de la arena, no había visitado muchos lugares.
En 2010 Jeri era diferente, más pequeña en muchos sentidos, mágica y encantadora, las caipirinhas, las fiestas en Planeta Jeri, los Kebabs en Mama África de madrugada, la cosa cambió un poco, yo cambié un poco, volví, y volví , pero Jeri permanece en mi alma. Vivir allí tiene algo de sagrado y transformador, la experiencia de libertad y vida comunitaria diferente a lo que normalmente concebimos hace que nuestra cosmovisión se expanda, y nunca más vuelva a ser la misma, menos mal.
Jeri siempre vivirá en mi corazón, y la visitaré siempre que sea posible, cuando sea necesario, cuando necesite estar en medio de un mundo que parece estar hecho sólo de arena en movimiento, para entender que todo cambia, siempre, pero que en en algún momento los cambios tienen sentido si nos dejamos fluir.
